Cuántas
generaciones de moronenses contemplaron su frondoso y grueso ramaje. Cuántos
disfrutaron de su apacible sombra, sentados sobre aquellas raíces que emergían,
desafiantes, sobre el suelo.
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Ceiba sembrada el 20 de mayo de 1902 |
Cuántos
calcularon la cantidad de hombres necesarios para abrazar el enorme tronco de
aquella enigmática Ceiba que pasó a ser parte del patrimonio inmaterial de la
ciudad de Morón. La historia del gigantesco árbol está indisolublemente ligada
el devenir histórico de Morón a lo largo de casi todo el siglo XX.
Su presencia
en la cotidianidad de su pueblo inicia el 20 de mayo de 1902, fecha en que
nacía la República. Por
iniciativa de los Veteranos de la Independencia de la localidad, y para conmemorar
el acontecimiento, el coronel Irene Cervantes Salcedo trajo de la finca El
Caracol una pequeña Ceiba y junto al también coronel Nicolás Hernández y otros
veteranos, en unión de las autoridades, maestros, alumnos y el pueblo en
general, en un acto de gran colorido, plantaron la Ceiba en el parque Ignacio
Agramante, convirtiéndose, con el paso de los años, en un símbolo que
perpetuaba las luchas del mambisado contra el dominio colonial español. Lejos
estaban de comprender en toda su magnitud que los designios de Cuba estarían e
manos del gobierno de Estados Unidos de América.
Sin embargo,
no todo fue paz ese día, pues la resistencia del pueblo se inscribió con un
disparo. Temístocles Betancourt y del Castillo, que allí se encontraba,
escribió años después:
[…] vi en
Morón el nacimiento de la República y […] que oí, en el veinte de mayo de 1902,
el estampido de una bala que horadó la bandera norteamericana, disparada por no
sé qué patriota, para seguidamente en la misma asta, izar la cubana; acto que
no fue una vejación, sino una rúbrica de fuego y pólvora en la filaila de las
franjas y las estrellas, sobre la que se consignó la voluntad de Cuba de no
vivir bajo otra sombra que en la triplemente coloreada por los pliegues de una
bandera, que tiene una blanca, solitaria estrella, inciensada por los reflejos
rojos de su triángulo y azules de sus franjas.
El propio
Temístocles expresaba su profundo sentir patriótico y escribió una hermosa
poesía titulada La
Bandera Cubana el propio 20 de mayo, día del nacimiento de la República, donde
expresaba su profundo sentir patriótico:
La
Bandera Cubana
El
iris de fragante primavera
Los
fúlgidos cambiantes celestiales
Sirvieron
de paleta a los vestales
Que
soñaron hacer nuestra bandera.
Rojo
zumo prestó una clavera
Estrujada
en sus labios de corales
Y
quizás dentro prístinos cristales
Un
ramo de jazmines se exprimiera.
Con
el blanco y punzo, raudos pintaron
El
triángulo, dos franjas y una estrella
Que
con luz de sus ojos alumbraron
Y
para dejar del cielo alguna huella
Tres
jirones azules desgarraron
Con
el rayo fugaz de una centella.
También
poetas como Félix Triana Ferry cantaron a la Ceiba del parque Ignacio Agramonte cuando
rememorando el solemne acto de su siembra escribió:
Los que la Patria con honor forjaron
Símbolo de su ensueño la eligieron;
Con manos amorosas la acogieron
Y en lugar referente la sembraron.
Alrededor al pueblo congregaron;
En patriótica fe la bendijeron
[…]
Su tronco se ensancha. A la cubana tierra,
Su tronco se ensancha. A la cubana tierra,
Con sus raíces múltiples se aferra
Y su ramaje extiende a la paz pública.
[…]
De Morón los blasones enaltece
De Morón los blasones enaltece
Y de sus hijos excitar parece
[…].
En la noche
del 22 de junio de 1998, con gran estruendo, tres cuartas partes de las
nonagenarias ramas de la Ceiba
cayeron como resultado de su corazón enfermo. Nada pudo hacerse para salvarla.
El jueves primero de marzo de 2001, hombres del contingente El Vaquerito
derribaron lo que quedaba del tronco, herido ya de muerte.
Sin embargo,
para dar continuidad histórica y para mantener su simbolismo, fue sembrada una
nueva Ceiba, en esta ocasión el 24 de mayo de 2001. Fue un árbol de unos ocho
años que se trajo moteada del camino de La Yamagua.
Ahora no
fueron mambises, sino los continuadores de su legado. En esta siembra simbólica
participaron el teniente coronel Wilfredo Carvajal Pérez, el combatiente y
fundador del Directorio Revolucionario en Morón Álvaro Lamadrid Castaño, el
guitarrista Aldo Rodríguez y una pionera. En el acto, cada uno de ellos echó
una pala de tierra en el tronco, que terminó de plantarse con medios mecánicos.
Hoy crece la
nueva Ceiba, la misma que verá, durante muchos años, la consolidación y
desarrollo de Morón, y se convertirá, como la primera, en la continuidad lógica
de ese símbolo de la identidad cultural moronense por muchos recordado.
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