Escribió:
Héctor Izquierdo Acuña
Las
acciones más importantes y exitosas acaecidas el mes de mayo de 1869 en
territorio avileño fueron las realizadas por el general espirituano Honorato
del Castillo y Cansio, quien se batió exitosamente contra fuertes columnas
españolas comandadas por el coronel José Chinchilla, en combates que se
prolongaron del 10 al 20 de mayo en escenarios como La Garita, Juditas, Judas
Grandes, Santa Gertrudis, Sabana la
Mar y El Jobo.
Serafín
Sánchez Valdivia, quien venía de Morón para incorporarse a las tropas de
Honorato, sorprendido por los cruentos combates, grabó en su memoria la
impresión que le causó ver a su coterráneo y escribió:
[...] después de dejar atrás esa villa
[Morón, N del A], á la distancia de dos
leguas, y de llegar al paso del río La
Llana [sic], me encontré allí una fuerte avanzada de
infantería cubana perteneciente á las fuerzas de Sancti Spíritus que mandaba
Honorato y á las de Villa Clara que mandaba [Francisco] Villamil. Ambos jefes se habían reunido y asociado
[...] para batir una gruesa columna española que salida de Morón en combinación
con otra que mandaba el general Eusebio Puello habían de recorrer la parte
oeste de Camagüey […] esa primera columna que salió de Morón el 10 de mayo y
que tuvo fuego con los nuestros en el paso del río La Llana la mandaba como 1er.
Jefe […] el […] coronel José Chinchilla.
Allí recuerdo [...] que estaba Honorato á
caballo en medio de su gente que toda estaba á pie y envuelta en un fuego
horroroso que salía de sus filas y de las del enemigo; estaba con la camisa
hecha girones, con su cara rubia encendida por el sol y brotando sangre, sus
ojos grandes y saltones se salían de sus órbitas; su cuerpo de la cintura
arriba estaba lleno de picaduras de mosquitos; estaba en su elemento que era la
guerra; él creía en su entusiasmo patriótico y fervoroso que aquella guerra era
una guerra santa.
Luego de
haber sido batida tenazmente por las fuerzas cubanas en el paso del río, la
columna española
[...] avanzó y pasó el río yendo a acampar
por la noche en la finca La Garita [...] sobre las cenizas de aquella fábrica
que horas antes había hecho incendiar Honorato. Al día siguiente 11, prosiguió
la columna española con rumbo al este —hacia Sabana la Mar— y fue batida reciamente
en todo el tránsito entre la finca La
Garita y Juditas; cuando la columna española llegó a este
último lugar ya sus fábricas se habían desplomado por el incendio.
Narra
Serafín que los mambises «desde por la mañana iban envolviendo por retaguardia
y flancos al enemigo que se defendía haciendo fuego en marcha escalonada [...].
Aunque eran «constantemente hostilizados por nuestras guerrillas […] la columna
española iba bastante desmoralizada [...].» No obstante, Honorato y Villamil,
tal vez presintiendo la escasez de disparos con que contestaban el fuego de los
cubanos
[...] determinaron darle una sorpresa al arma
blanca […] a media noche en su propio campamento; […] se dispuso nuestra fuerza
que podía contar con 600 á 700 hombres; se mandaron espías y exploradores que
observaron sus puestos avanzados y el orden que guardaban sus fuerzas
acampadas; el mismo Honorato con tres o cuatro hombres á pie reconoció el
campamento enemigo […] nos acercamos como a la una al campamento español, [...]
y se vio que el enemigo se había desaparecido durante la lluvia, entonces
acampamos allí esperando el día; y cuando ese vino, vimos que la columna
española había marchado con rumbo al embarcadero de Santa Gertrudis […].
Los
prácticos cubanos eran del criterio que la columna española se dirigiría a la
zona de Cubitas y pasaría por Sabana la Mar. De cumplirse esa hipótesis podrían
emboscarlos en los estrechos desfiladeros que existían en aquel camino. Dos
días más tarde las fuerzas de Honorato y Francisco Villamil vuelven a
enfrentarse con la misma columna española en el paso del río Caonao conocido
por El Jobo; el río estaba crecido y sólo era posible su paso a riesgo de la
propia vida. Cuenta Serafín que:
[…]. Después
de varias horas de fuego de guerrilla y ya viéndose hostilizados los españoles
y sin poder pasar el río tan crecido, determinaron cortar varias palmas […] que
estaban en la lumbre del agua, para formar con ellas puentes y pasar por ellas
[…].
[...] nosotros avivábamos el fuego sobre
ellos, aprovechando aquella difícil situación que los ocupaba por completo […];
en esa operación desesperada gastaron más de tres horas defendiéndose sin cesar
contra nosotros hasta que por fin pasaron todo a la margen opuesta.
Concluían
así, diez arduos días de combates donde, a pesar de la escasez de recursos y la
insuficiente experiencia combativa de las fuerzas mambisas, primó el coraje y
el compromiso de ver a Cuba libre del dominio colonial español
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