Escrito por Héctor Izquierdo
Acuña

España hacía caso omiso a las aspiraciones
cubanas y daba al traste con ellas, y lejos de hacer concesiones que las
favoreciera, elevaba aún más los impuestos y por último, enviaba a ocupar el
cargo de Capitán General de la
Isla al déspota Francisco Lersundi, conocido por su desprecio
por los cubanos, y por su inclinación para cometer atropellos y abusos como
métodos para gobernar.
En la región oriental, un grupo de hacendados
cubanos había interiorizado que por medio del reformismo nada se podía
alcanzar, por lo que optaron por el único camino que quedaba libre como vía
para lograr sus aspiraciones: la lucha armada por la independencia.
Luego de una previa etapa, durante la cual los
elementos más revolucionarios del país estuvieron preparándose para la
insurrección, el 10 de octubre de 1868, en el ingenio La Demajagua estalló la
guerra. Allí, al amanecer de ese día, se dieron cita numerosos patriotas
orientales para dar inicio a la lucha por la independencia de Cuba; poco después, se extendió por todo Oriente y
más tarde, el 4 de noviembre, Camagüey se incorporó a la lucha.
La reacción de varios patriotas moronenses no se
hizo esperar, así, el domingo 8 de noviembre de 1868, Nicolás Hernández Moreno,
El Tocayo, se lanzó al campo de la Revolución en compañía
de su hermano Manuel de Jesús y su pequeño sobrino Simón Reyes Hernández, quien
a la sazón tenía solo 10 años, y de nada valieron consejos ni poder de
convencimiento que lo hicieran desistir del propósito de acompañarlos a la
manigua.
Quizás, y por azares del destino, otro tanto
ocurrió en la zona de Ciego de Ávila, pues ese
propio día, se levantan contra el dominio colonial más de una veintena de
avileños, entre los cuales sobresalían los hermanos Marcial Felipe y José Ambrosio
Gómez Cardoso, quienes tenían la misión de proteger al administrador de correos
de ese poblado, Faustino Arango Cuervo, quien viajaría a Morón para entregar
importantes documentos. Los patriotas tomaron prisionero al administrador y, al
grito de ¡Viva Cuba libre!, se incorporaron a la contienda.
Moronenses y avileños, se dirigieron entonces al
ingenio La Ceja,
propiedad de Macario Machado Alfonso, y se incorporaron a las fuerzas del
coronel camagüeyano Manuel de Jesús Valdés Urra, Chicho Valdés, quien se
levantó en armas en octubre, antes del alzamiento de Las Clavellinas, y al
mando de un grupo de hombres tomó como base de operaciones la zona de Morón. Se
iniciaba así la cruenta Guerra de los Diez Años en tierras avileñas.
En esos momentos a Chicho se le habían
incorporado más de un centenar de hombres, hijos de Morón y su comarca, entre
ellos los principales eran Salomé Machado, José Valdés, José Rafael Saballo, y
los hermanos Bringas con todos sus partidarios, relató años después el
espirituano Serafín Sánchez Valdivia.
En la madrugada del 5 de diciembre, el campamento
mambí de Chicho Valdés fue asaltado por tropas españolas al mando de Manuel
Sánchez Lamela, teniente gobernador de Morón, y se empeñó en un combate que
resultó desastroso para las armas cubanas, pero que constituyó el bautismo de
fuego de las bisoñas fuerzas del Ejército Libertador.
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