lunes, 28 de mayo de 2018

La guerra santa del general Honorato del Castillo


Escribió: Héctor Izquierdo Acuña
Las acciones más importantes y exitosas acaecidas el mes de mayo de 1869 en territorio avileño fueron las realizadas por el general espirituano Honorato del Castillo y Cansio, quien se batió exitosamente contra fuertes columnas españolas comandadas por el coronel José Chinchilla, en combates que se prolongaron del 10 al 20 de mayo en escenarios como La Garita, Juditas, Judas Grandes, Santa Gertrudis, Sabana la Mar y El Jobo.
Serafín Sánchez Valdivia, quien venía de Morón para incorporarse a las tropas de Honorato, sorprendido por los cruentos combates, grabó en su memoria la impresión que le causó ver a su coterráneo y escribió:

[...] después de dejar atrás esa villa [Morón, N del A], á  la distancia de dos leguas, y de llegar al paso del río La Llana [sic], me encontré allí una fuerte avanzada de infantería cubana perteneciente á las fuerzas de Sancti Spíritus que mandaba Honorato y á las de Villa Clara que mandaba [Francisco] Villamil. Ambos jefes se habían reunido y asociado [...] para batir una gruesa columna española que salida de Morón en combinación con otra que mandaba el general Eusebio Puello habían de recorrer la parte oeste de Camagüey […] esa primera columna que salió de Morón el 10 de mayo y que tuvo fuego con los nuestros en el paso del río La Llana la mandaba como 1er. Jefe […] el […] coronel José Chinchilla.
Allí recuerdo [...] que estaba Honorato á caballo en medio de su gente que toda estaba á pie y envuelta en un fuego horroroso que salía de sus filas y de las del enemigo; estaba con la camisa hecha girones, con su cara rubia encendida por el sol y brotando sangre, sus ojos grandes y saltones se salían de sus órbitas; su cuerpo de la cintura arriba estaba lleno de picaduras de mosquitos; estaba en su elemento que era la guerra; él creía en su entusiasmo patriótico y fervoroso que aquella guerra era una guerra santa.
Luego de haber sido batida tenazmente por las fuerzas cubanas en el paso del río, la columna española
[...] avanzó y pasó el río yendo a acampar por la noche en la finca La Garita [...] sobre las cenizas de aquella fábrica que horas antes había hecho incendiar Honorato. Al día siguiente 11, prosiguió la columna española con rumbo al este —hacia Sabana la Mar— y fue batida reciamente en todo el tránsito entre la finca La Garita y Juditas; cuando la columna española llegó a este último lugar ya sus fábricas se habían desplomado por el incendio.
Narra Serafín que los mambises «desde por la mañana iban envolviendo por retaguardia y flancos al enemigo que se defendía haciendo fuego en marcha escalonada [...]. Aunque eran «constantemente hostilizados por nuestras guerrillas […] la columna española iba bastante desmoralizada [...].» No obstante, Honorato y Villamil, tal vez presintiendo la escasez de disparos con que contestaban el fuego de los cubanos
[...] determinaron darle una sorpresa al arma blanca […] a media noche en su propio campamento; […] se dispuso nuestra fuerza que podía contar con 600 á 700 hombres; se mandaron espías y exploradores que observaron sus puestos avanzados y el orden que guardaban sus fuerzas acampadas; el mismo Honorato con tres o cuatro hombres á pie reconoció el campamento enemigo […] nos acercamos como a la una al campamento español, [...] y se vio que el enemigo se había desaparecido durante la lluvia, entonces acampamos allí esperando el día; y cuando ese vino, vimos que la columna española había marchado con rumbo al embarcadero de Santa Gertrudis […].
Los prácticos cubanos eran del criterio que la columna española se dirigiría a la zona de Cubitas y pasaría por Sabana la Mar. De cumplirse esa hipótesis podrían emboscarlos en los estrechos desfiladeros que existían en aquel camino. Dos días más tarde las fuerzas de Honorato y Francisco Villamil vuelven a enfrentarse con la misma columna española en el paso del río Caonao conocido por El Jobo; el río estaba crecido y sólo era posible su paso a riesgo de la propia vida. Cuenta Serafín que:
[…]. Después de varias horas de fuego de guerrilla y ya viéndose hostilizados los españoles y sin poder pasar el río tan crecido, determinaron cortar varias palmas […] que estaban en la lumbre del agua, para formar con ellas puentes y pasar por ellas […].
[...] nosotros avivábamos el fuego sobre ellos, aprovechando aquella difícil situación que los ocupaba por completo […]; en esa operación desesperada gastaron más de tres horas defendiéndose sin cesar contra nosotros hasta que por fin pasaron todo a la margen opuesta.
Concluían así, diez arduos días de combates donde, a pesar de la escasez de recursos y la insuficiente experiencia combativa de las fuerzas mambisas, primó el coraje y el compromiso de ver a Cuba libre del dominio colonial español

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