Escribió: Héctor Izquierdo Acuña
Lugar donde fue ejecutado el patriota Fernando Callejas
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El día 20 de agosto de 1871 se tornó lúgubre. El cielo amenazó lluvia
al contemplar al reo que, escoltado por voluntarios, caminaba con lentitud por
la calle Real de la villa con destino al cementerio, como si quisiera
apropiarse de sus postreras imágenes de Morón.
Quizás, también, los transeúntes detuvieron su andar para observar la
solemne comitiva, y fueron testigos de la tranquilidad que reflejaba el rostro
de Fernando Callejas, quien en breve sería pasado por las armas enemigas.
El desenlace se debió a la traición de Calixto Ferrer, jefe de la escolta
del propio patriota quien, acompañado de 13 hombres, se había presentado a la
guerrilla local de Morón en la primera quincena del propio mes.
Días más tarde, Ferrer y varios de sus hombres salieron al campo insurrecto
y capturaron al mambí, jefe militar de la zona de Sagua la Grande; estaba enfermo en
un improvisado bohío en medio de los montes que existían entre las fincas Las
Cuevas y Cacarratas.
El día 19 arribó a Morón y fue internado en la cárcel pública. Se le sometió
a un consejo de guerra verbal que lo condenó a la pena capital por
fusilamiento, en atención a una disposición del Comandante General de Sancti
Spíritus.
Pasó el patriota su última noche en capilla ardiente. Custodiado por el
teniente Emilio Vila Morell, junto a un piquete de voluntarios, se dirigieron
al paredón.
Lo acontecido en el trayecto dejó atónitos a los victimarios. Narran los
historiadores moronenses Federico Naranjo y Rodrigo Aguilar en su obra
Historia de Morón y su municipalidad que, al llegar a la esquina de las
actuales calles Martí y Libertad, preguntó al jefe de los voluntarios si a un
reo condenado a muerte se le concedía alguna gracia, y se le respondió que sí;
entonces quiso un tabaco de la tienda La Flor Cubana, se lo entregaron y fumó hasta llegar
al lugar del desenlace final.
Al arribar, pidió la gracia de ser él quien escogiera los hombres que
habrían de poner fin a su vida y, al concedérsele, seleccionó a ocho. Por
último, solicitó hablar y dijo: “Muero con el corazón en una mano y la opinión
en la otra. ¡Vivan los hombres libres! ¡Viva la República Cubana!”
Cuando terminó fue colocado en el centro del cuadro formado y, ante el
señalamiento de que se volviera de espaldas, protestó porque él no era un
traidor, por tanto había que tirarle de frente, después pronunció sus últimas
palabras: “Ya pueden tirar.” Caía el patriota mambí en el cementerio de Morón,
que en esa época se ubicaba en la intersección de las calles Libertad y Luz
Caballero.
Hasta hace breve tiempo no se tenían elementos suficientes para conocer la
procedencia de Callejas y se le consideraba cubano. Fortuitamente, quien
escribe este artículo localizó, en el Archivo Nacional de Cuba, documentos
relacionados con el embargo de sus bienes por estar acusado de infidencia, y trascendió
que el patriota era natural deSantander, España, había contraído matrimonio y
no tenía profesión conocida .
Otro elemento interesante: Callejas estuvo preso y sumariado por la Comisión Militar
con anterioridad a junio de 1869, cuando fue sancionado, también, por infidente
y luego indultado, pero retornó al campo insurrecto desde el mismo instante en
que se sublevó la jurisdicción de Santa Clara.
Murió a los 41 años; hizo gala de valentía y honor, cualidades que
impresionaron a los propios jefes españoles, entre ellos al coronel Francisco
de Camps y Feliú, conocedor profundo de las cualidades del soldado mambí, quien
afirmó: “El insurrecto es sufrido, activo, sagaz y valiente. He visto fusilar a
muchos; ni uno solo demostró temor.”
Buenas tarde. Estoy interesado en contactar con el señor Héctor Izquierdo Acuña para preguntarle por un antepasado. PEDRO
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